sábado, 30 de mayo de 2009


Fue niño y voy en jeep


por José Vieyra Rodríguez


Siguiendo nuestra propuesta, que inició hace poco más de un año, de analizar algunos anuncios comerciales emitidos en televisión para intentar encontrar la forma en que funcionan, además de tomarlos como medios de enseñanza de la cultura. Ahora presentamos un anuncio clásico dentro de la gran campaña publicitaria a la que ya habíamos tenido oportunidad de referirnos en el artículo Tecate ¿por mí?

Nos vuelve la idea de revisar esta publicidad, al encontrarnos hace poco con un letrero hecho en el vidrio de un jeep, el cual reza al igual que nuestro artículo “Fue niño y voy en jeep”. El jeep al cual nos referimos, es importante mencionar que se encuentra en condiciones desfavorables como para pensar ostentar de manera muy presuntuosa el hecho de poseerlo, sin embargo, el dueño del vehículo no se avergüenza en lo absoluto de su posesión, por el contrario ahora se encuentra doblemente orgulloso al haber tenido un hijo varón.

Este pequeño letrero leído en el vidrio trasero de ese viejo y descuidado jeep, nos remitió inmediatamente al conocido anuncio de la cerveza Tecate, aquí lo presentamos.



Procedamos con cautela en el análisis de este comercial, así como en el del letrero encontrado en el viejo jeep.

Consideremos para comenzar que las interpretaciones más directas y evidentes, si bien no siempre están equivocadas, tampoco son del todo completas. Por ejemplo, es sencillo ver en el video el pensamiento machista operando, fácilmente caemos en cuenta que se quiere un bebé por ser hombre, designando esta palabra exclusivamente para el sexo anatómico masculino, y vemos como otorga el nacimiento del varón una mayor dicha para el padre, por lo que, feministas aparte, todos estaríamos de acuerdo con que es una clara muestra del pensamiento machista, esa vieja herencia que parece imposible rechazar. En el letrero a que hicimos referencia desde el título mismo de este artículo, podemos encontrar el mismo pensamiento; el padre está orgulloso de su paternidad, especialmente por el hecho de que su cría sea varón, además remarca la visión machista al conjuntar su alegría de ser padre de un niño, con el hecho de viajar en un auto considerado un vehículo para intrépidos hombres aventureros, etc.

Hasta aquí este ejercicio intelectual no da más que respuestas dadas de antemano, críticas reiteradas hasta el hartazgo que se tornan fofas ante la sociedad. Por lo que intentemos tomar sólo como inicio estas visiones y vayamos más al fondo del asunto.

En primer momento consideremos que el “ser hombre” no está dado por la anatomía, es decir, no se nace hombre, sino que se llega a estar en esa posición en tanto se entre en relación con los demás y se llegue a aceptar, psíquicamente hablando, las funciones del varón en la sociedad. Esto no está fuera del comercial, analicemos para comenzar los escenarios para entender esto; en primer lugar aparece un hombre abriendo una ventana gritando “¡es hombre!”; el edificio del cual aparece es totalmente irreconocible, bien pueden ser departamentos o incluso las ventanas de un viejo edificio de oficinas, o ¿porqué no?, un hospital (es el momento del nacimiento, se llega a un mundo básicamente irreconocible). El grito no va dirigido a alguien en especial, incluso parece en un segundo escenario no tener nadie quien lo reciba puesto que únicamente puede observarse una hoja de periódico volando en una calle vacía. Pero con forme pasan las escenas se comienza a observar una mayor claridad de escenarios en que las funciones de hombres son predominantes, desde una oficina, un baño, y después se intensificará la visión de las funciones cuando aparece alguien gritando desde lo alto de una construcción, continúa en un billar y terminará en un bar repleto de hombres, todos celebrando y con un voz en off que nos dice “por lo que se emocionan con la llegada de un nuevo amigo”. A lo largo del comercial lo único que podemos observar es que ser hombre lo determinan las funciones que se desempeñan en la sociedad, por lo que el hecho de haber nacido varón es motivo, pero no es suficiente para ser condición.

El letrero del jeep contiene los mismos elementos: el que haya sido niño y el padre viaje en un auto por él considerado como digno de enorgullecerse, nos muestra que claramente no es tener un niño y un jeep lo que lo hace estar contento, sino la forma en que se posicionó ante este hecho. Recordemos que el jeep es un viejo modelo y en malas condiciones, es decir, verdaderamente no parece tener motivos para estar orgulloso de su automóvil, pero él valora su posesión por la función que cree desempeñar con él. Esta última frase la podemos inmediatamente transpolar a la valoración que se da al hecho de poseer un pene como sexo anatómico, no es que el pene por sí mismo tenga un valor, sino lo importante radica en la posición que me da (que adopto en función de los demás).

La idea expuesta en el párrafo anterior es la misma que desarrolla el psicoanálisis desde sus inicios, al hablar Freud de “envidia del pene” o “angustia de castración” en la cría humana, lo que está en juego en el psiquismo de ambos, no es el pene en sí mismo, sino la función que se le ha asignado a dicho órgano, por lo mismo Lacan para intentar aclarar esto, designa al falo como aquello a que se aspira tener, puesto que el mismo falo es el que me significará para los demás, recordemos junto con el psicoanalista Roland Chemama que el falo es el “símbolo de la libido para los dos sexos; significante que designa el conjunto de los efectos del significante sobre el sujeto y, en particular, la pérdida ligada a la captura de la sexualidad en el lenguaje”. Importante entender estas ideas, el falo es para ambos sexos y la pérdida está ligada a la captura de la sexualidad en el lenguaje, pues cuando se llega al mundo, el infante no tiene sexualidad, pero al introducirse el lenguaje, éste se la designará, pero a la vez se crea una brecha entre biología y psiquismo. Esto nos otorga varios elementos dignos de pensar, comenzando por echar abajo una supuesta esencia de hombre y mujer, aquí lo importante será en qué lugar se inscribe el sujeto (en falta).

Retomando nuestro interés, consideramos que tanto el comercial como el anuncio del jeep, lo que nos muestran claramente es la necesidad del hombre de posicionarse y darse un referente en torno a los demás, a partir de poseer un elemento, el cuál precisamente da una supuesta posición. El hombre lo que busca es colmar la falta constitutiva a través del fantasma, es decir, “la relación que mantiene el sujeto dividido con el objeto causa del deseo”.

Terminemos por mencionar además, que lejos de parecer un elogio al machismo más puro, encontramos una clara inclinación hacia el amor homosexual, los hombres no se emocionan por la llegada de otra mujer, sino por la de un nuevo amigo, que como ya nos enseñó Freud, la amistad entre hombres es pulsión sexual de meta inhibida, pero al final del camino, sexual.

Concluyendo aquí, pensemos que tanto el anuncio como el dueño del jeep, lo que nos evidencian no es el machismo del hombre, sino la propia condición del hombre, que si dejáramos fuera, volvería en otro lugar. Entendamos pues, que para los publicistas de la cerveza, el hombre podrá advenir como tal al desempeñar ciertas funciones sociales, pero reservémonos el pronóstico de negatividad en ello, además de tomar en cuenta que el elogio a ser hombre anatómicamente hablando, no es pos sí mismo reprobable, tendríamos que detenernos a conocer la particularidad del caso, además del propio lugar que ocupará este hecho biológico en el psiquismo del infante.

3 comentarios:

Ricardo Rodríguez dijo...

Desde los tiempos antiguos, el medio de transporte del hombre, del macho, del machín, del vato, ha sido motivo de orgullo y sobre todo de status.

Barcos, carruajes, caballos, a lo mejor "mamutes", jeeps, mercedes y cómo dejar fuera a los vochos, a lo largo de la existencia humana, han formado parte del hombre. Hay historias de personas que se han matado antes que dejar sus caballos en manos de otros... por eso me parece que hasta cierto punto, el "medio de transporte" se convierte en una extensión, una parte más del humano, un miembro más del mismo y hasta cierto punto, algo cuya "castración" provoca trastornos. Como comentario al margen, conozco a un joven que al perder su vocho en un accidente se hundió en una depresión muy fuerte, de la cual salió solamente cuando le dijeron que le regalaban uno de "sorpresa". Cosa que me recuerda al triste ejemplo de los padres que pierden un hijo en gestación y que recuperan la alegría sólo hasta saber que hay un nuevo embarazo, claro, distancias guardadas entre mis dos ejemplos.

Yo conduzco un vocho, por ello mi comentario debería ser tomado con precaución, ya que entiendo, o cuando menos comparto, la pasión que se siente por un medio.

Tal vez no sepamos "a dónde vamos", pero mientras sepamos DÓNDE ESTAMOS, la perspectiva de las cosas es mucho más amplia, mucho más universal. Y a mi cuando me preguntan, sé que estoy en un vocho ;)

José Vieyra dijo...

Hola, Bena.

Te agradezco los comentarios, intentaré aclarar algunos puntos, que para serte sincero, siempre estoy interesado en hacerlo, puesto que como sabes, mi tendencia hacia el psicoanálisis me llama a querer explicarlo un poco, especialmente dentro de la gran confusión que han provocado un montón de gente que toma pedacitos de textos de aquí y de allá sin entender realmente la teoría en general.

Comenzaré por decirte que si bien digo que el tener anatómicamente un pene no hace ser hombre, es obvio que esto facilita el posicionarse en ese lugar, al nacer se llega a un mundo previamente estructurado de antemano, en el cual el infante será bombardeado de significantes que lo harán tomar un lugar.

Efectivamente, intento utilizar el término varón o niño para designar el sexo, mientras el de cría o infante para el bebé, hombre creo que se me ha confundido en un par de ocasiones, pues en estos escritos es difícil mantener una línea, pues lo utilizo tanto para género (entiéndase como rol social, no en términos filosóficos) y especie humana.

Ahora, quisiera aclarar que hay que tener cuidado con los términos de pene y falo. En la actualidad, y como yo lo utilizo también, se ha dejado totalmente de lado el hablar de pene como tecnisismo dentro del psicoanálisis, cuando se refiere al órgano es pene, cuando se refiere a la la función, posición o significante es falo. Por eso por supuesto es altamente criticable cómo lo decía Freud, "envidia de pene" o "angustia de castración", si los tomamos como órgano, pero es obligatorio recordar que Freud hacia hincapié en la función del pene como significante, como primera posesión que organiza el mundo, por lo que es cierto que es reduccionista si lo vemos desde la biología, pero no es sólo de esta manera, además se centra en el aspecto intrapsíquico del sujeto, algo que creo que no me es posible aclarar aquí del todo, por la extensión que podría llevarse, intentaré escribir algo al respecto en otro momento.

También es importantísimo recordar que hijo varón y jeep, sólo son equiparables dentro del inconsciente, es decir, no caer en el juego de entenderlo tal cual, al decir que la castración no es la amputación del miembro o parte de los genitales, sino el tomar conciencia de la propia falta del falo en uno mismo, en esta caso jeep y niño son el falo. Si te interesa un poco consultar al respecto, te recomiendo un pequeño artículo de Freud "Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal" en donde de manera bastante clara ejemplifica cómo se va mudando la forma del significante fálico desde "caca", pasando por "pene" y terminando por "hijo", todo ello desde el inconciente. Pues "«hijo» y «pene»; tiene que poseer algún significado el hecho de que ambos puedan ser sustituidos por un símbolo común tanto en el lenguaje simbólico del sueño como en el de la vida cotidiana", de aquí parten sus cabilaciones. Termina concluyendo "es interesante ver que una armonía orgánica vuelva a salir a la luz en lo psíquico, tras muy numerosos rodeos, como una identidad inconciente".

De nuevo, gracias por los comentarios, saludos.

José Vieyra dijo...

Estimado Ricardo: por el contrario, me ha parecido de lo más acertado que te hayas atrevido a poner en el mismo nivel la pérdida de un vocho y de un hijo, el ejemplo que tú das es de lo más ilustrativo, quizá sería pertinente señalar que salvo distancias guardadas por la valoración universalmente aceptada y que te podría salir cara a los ojos de alguien conservador, aunque ya te ha salido cara ante los demás al dar este ejemplo.

Saludos, ¡a ver cuándo invitas a ir por unas cervezas en tu vocho! ya que andamos en funciones de hombres...