Casi al amanecer, cuando pareció que la plática al igual que la juerga habían terminado, sentados en el vestíbulo, ella dijo:
–Venga ya, ¿qué quieres? ¿que te pague?
-¿De cuánto estamos hablando?- Repuso seguro de él mismo.
-La verdad es que no te pagaría por sexo.
-Y yo no te cobraría.
Se levantaron, salieron del vestíbulo y se marcharon cada quien a su habitación.
J.V.R.
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