La tipificación de los actos,
una posibilidad de lectura
una posibilidad de lectura
por José Vieyra Rodríguez
“Como todos los cobardes,
me encanta que haya otros maridos
capaces de pegarle un palo en la cabeza a la mujer.
Lo que me preocupa es que ya no se pueda decir esto públicamente
sin quedar como un retrógado”
Hernán Casciari
me encanta que haya otros maridos
capaces de pegarle un palo en la cabeza a la mujer.
Lo que me preocupa es que ya no se pueda decir esto públicamente
sin quedar como un retrógado”
Hernán Casciari
En diversos momentos me he declarado en contra de ciertas políticas que argumentan estar a favor de los “derechos humanos de las mujeres” (sic) o que buscan ayudarlas, sin darse cuenta que el discurso que envuelven estas propuestas son la discriminación hacia los hombres. No obstante, esto no significa que este a favor del “machismo” o de la “violencia doméstica”.
Es interesante leer el artículo de Hernán Casciari[1] titulado Besos en la frente. En este artículo, digno de ser leído para observar un punto de vista diferente, aunque un tanto escrito con ánimo de cuasar revuelo más que de reflexionar sobre el tema, Casciari nos da varios puntos a revisar, vayamos pues a estos.
En primer lugar menciona que un primer problema es que a las víctimas se les etiqueta: “Muere otra mujer, víctima de su ex-marido, titula un periódico español. Si seguimos por esa línea, en breve veremos los siguientes titulares: Crece la ola de asesinatos de castaño claros“[2]. Comparto con él la opinión en cuanto a que el titular de la noticia se crea para atrapar al posible lector, es decir, escandaloso, o mejor aún, común, al decir “muere otra mujer” incluye en la tipificación que hay otras mujeres que han muerto, si es una lectora quien lo lee, entonces lo primero será una identificación imaginaria con la víctima. Después al decir “víctima de su ex-marido” enmarca al caso en un contexto particular: la violencia doméstica.
Un poco más adelante dice “La gente es gente. Los que se mueren son pobre gente, y los que matan son gente enferma”[3], aquí la opinión es compartida, incluso bien podría ser el eslogan de una campaña de los Derechos Humanos, podemos ver como él mismo victimiza a los muertos al catalogarlos como “pobres” y por otro lado entra en el discurso en boga de la biopolítica, en donde no hay asesinos o criminales, sino “enfermos”, la agresión es una enfermedad y como tal hay que curarla, es al parecer lo que postula.
El artículo continúa y termina diciendo que él está a favor de aquellos quienes han tenido el valor de darle un golpe o de matar a sus mujeres. Es curioso ver el giro del discurso, comienza por decirle enfermos a los asesinos y termina: “hay que hablar menos del tema en la televisión, señores, y empezar a matar con arte. Y con besos en la frente”[4]. Condena la violencia doméstica, la violencia verbal y emocional, pero a favor del asesinato.
Más allá del problema de la libre expresión o ser catalogado como retrógrada al hablar así de estos temas, creo que pasa por alto un tema importante. En el caso de clasificar a los asesinatos nos da la posibilidad de comenzar a crear un cuadro de lo que está sucediendo en nuestra sociedad, obviamente no se podrá analizar un caso de asesinato en una balacera entre narcotraficantes o una mujer que ha sido acuchillada por su esposo. En estos casos, más que vender o clasificar para entretener, nos ayuda a mostrarnos ciertos detalles que pasarían desapercibidos si los tomamos como un todo: asesinatos.
Incluso mi propuesta iría más lejos, no sólo clasificarlos, una vez hecho esto, brindar más información para entender el porqué de los hechos, pues que un hombre mate a su mujer nunca dirá lo mismo a otro que también haya matado a la suya, es decir, cada caso una vez clasificado, nos dice algo diferente, dependiendo si queremos leerlo a nivel social o individual. Pero los datos no están de más, e incluso estos son los que nos ayudan a entender los motivos o motivaciones para hacer este acto.
Por esto es que creo que ciertamente es necesario crear el cuadro en que se da el suceso, el acto, y así poder leerlo y no quedarnos con la primer clasificación de “mujeres muertas” como si todas fueran por el mismo motivo.
Por otro lado, creo que la tipificación de los asesinatos también nos ayuda, pero en este caso para revisar lo que sucede a nivel social y actuar sobre ello, aun cuando sea para lanzar preguntas, no necesariamente para dar soluciones.
La tipificación o clasificación de estos actos en definitiva nos brinda la posibilidad de leerlos en el marco en que se desarrollan, quizá el problema es que se quedan en la mera clasificación y la respuesta es tratarlos como a uno solo, siendo en realidad muchos que comparten ciertas características pero que otras los distinguen.
_____________________________________
[1] Escritor y periodista. En Argentina fue jefe de redacción de la revista La Ventana, columnista de opinión del Semanario Protagonistas y director del periódico El Domingo. En su faceta literaria, ha recibido el 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991), con la novela 'Subir de espaldas la vida', y el premio Juan Rulfo (París, 1998), con el relato 'Ropa sucia'.
[2] Besos en la frente. http://orsai.es/2004/06/besos_en_la_frente.php
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
Es interesante leer el artículo de Hernán Casciari[1] titulado Besos en la frente. En este artículo, digno de ser leído para observar un punto de vista diferente, aunque un tanto escrito con ánimo de cuasar revuelo más que de reflexionar sobre el tema, Casciari nos da varios puntos a revisar, vayamos pues a estos.
En primer lugar menciona que un primer problema es que a las víctimas se les etiqueta: “Muere otra mujer, víctima de su ex-marido, titula un periódico español. Si seguimos por esa línea, en breve veremos los siguientes titulares: Crece la ola de asesinatos de castaño claros“[2]. Comparto con él la opinión en cuanto a que el titular de la noticia se crea para atrapar al posible lector, es decir, escandaloso, o mejor aún, común, al decir “muere otra mujer” incluye en la tipificación que hay otras mujeres que han muerto, si es una lectora quien lo lee, entonces lo primero será una identificación imaginaria con la víctima. Después al decir “víctima de su ex-marido” enmarca al caso en un contexto particular: la violencia doméstica.
Un poco más adelante dice “La gente es gente. Los que se mueren son pobre gente, y los que matan son gente enferma”[3], aquí la opinión es compartida, incluso bien podría ser el eslogan de una campaña de los Derechos Humanos, podemos ver como él mismo victimiza a los muertos al catalogarlos como “pobres” y por otro lado entra en el discurso en boga de la biopolítica, en donde no hay asesinos o criminales, sino “enfermos”, la agresión es una enfermedad y como tal hay que curarla, es al parecer lo que postula.
El artículo continúa y termina diciendo que él está a favor de aquellos quienes han tenido el valor de darle un golpe o de matar a sus mujeres. Es curioso ver el giro del discurso, comienza por decirle enfermos a los asesinos y termina: “hay que hablar menos del tema en la televisión, señores, y empezar a matar con arte. Y con besos en la frente”[4]. Condena la violencia doméstica, la violencia verbal y emocional, pero a favor del asesinato.
Más allá del problema de la libre expresión o ser catalogado como retrógrada al hablar así de estos temas, creo que pasa por alto un tema importante. En el caso de clasificar a los asesinatos nos da la posibilidad de comenzar a crear un cuadro de lo que está sucediendo en nuestra sociedad, obviamente no se podrá analizar un caso de asesinato en una balacera entre narcotraficantes o una mujer que ha sido acuchillada por su esposo. En estos casos, más que vender o clasificar para entretener, nos ayuda a mostrarnos ciertos detalles que pasarían desapercibidos si los tomamos como un todo: asesinatos.
Incluso mi propuesta iría más lejos, no sólo clasificarlos, una vez hecho esto, brindar más información para entender el porqué de los hechos, pues que un hombre mate a su mujer nunca dirá lo mismo a otro que también haya matado a la suya, es decir, cada caso una vez clasificado, nos dice algo diferente, dependiendo si queremos leerlo a nivel social o individual. Pero los datos no están de más, e incluso estos son los que nos ayudan a entender los motivos o motivaciones para hacer este acto.
Por esto es que creo que ciertamente es necesario crear el cuadro en que se da el suceso, el acto, y así poder leerlo y no quedarnos con la primer clasificación de “mujeres muertas” como si todas fueran por el mismo motivo.
Por otro lado, creo que la tipificación de los asesinatos también nos ayuda, pero en este caso para revisar lo que sucede a nivel social y actuar sobre ello, aun cuando sea para lanzar preguntas, no necesariamente para dar soluciones.
La tipificación o clasificación de estos actos en definitiva nos brinda la posibilidad de leerlos en el marco en que se desarrollan, quizá el problema es que se quedan en la mera clasificación y la respuesta es tratarlos como a uno solo, siendo en realidad muchos que comparten ciertas características pero que otras los distinguen.
_____________________________________
[1] Escritor y periodista. En Argentina fue jefe de redacción de la revista La Ventana, columnista de opinión del Semanario Protagonistas y director del periódico El Domingo. En su faceta literaria, ha recibido el 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991), con la novela 'Subir de espaldas la vida', y el premio Juan Rulfo (París, 1998), con el relato 'Ropa sucia'.
[2] Besos en la frente. http://orsai.es/2004/06/besos_en_la_frente.php
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
1 comentario:
Me parece que las opiniones respecto al artículo de Casciari, de cuyo blog me declaro seguidor, nos pueden dar una buena iluminación respecto a la situación de la violencia actual. Siendo Casciari un escritor un tanto irreverente en muchos sentidos, a mi lo que me llama fuertemente la atención en el artículo, es la manera en la que, a fin de cuentas y dejando de lado la capacidad que pudiera tener hipotéticamente Hernán para llevar a cabo tal o cual acto, queda expresa la falta de real libertad de expresión, por que, tal vez la verdadera tolerancia, como según entiendo a Zizek, es que al estar al lado del intolerado uno pueda decir la broma, la frase intolerante, el chiste racista directo puede salir a flote sin una verdadera causa subyacente, más que la absoluta confianza, y tal vez es una manera en la que Hernán "tolera" de una manera un tanto honesta a los hombres golpeadores. No lo sé a ciencia cierta, en lo que si me queda claro que no estoy de acuerdo con Casciari es en que a fin de cuentas, la gente es gente y cualquier etiqueta puesta sobre esa definición,para mi gusto, es lo que termina destruyendo los planes honestos de tolerancia.
De todas maneras, aunque se exprese una honestidad real, al incluirse en el grupo de "cobardes" y de los que están de acuerdo en "pegarle un palo en la cabeza a la mujer" pues evidentemente ya no se ve como situación de análisis o interés general sino como una desviación de la normalidad...
No sé si me explico.
¡Saludos!
Publicar un comentario