Existen actualmente una gran cantidad de movimientos sociales y legales para otorgar un papel diferente a las mujeres dentro de nuestra sociedad. En general, todos estos movimientos en “favor” de las mujeres se hacen pasar por feministas o se les llama comúnmente de esta manera. Sin embargo, cabría preguntarnos si realmente políticas como leyes exclusivas para mujeres o la creación de nuevas palabras que pongan el acento (de manera evidente) en las mujeres y no en los hombres, realmente tiene un sustento o son malentendidos del verdadero feminismo, al punto de llegar a pensarse, de manera general, que todas las mujeres que exaltan el nivel de la mujer, o en su caso denigren el papel del hombre, son feministas.
Pongamos por ejemplo en primera instancia el lenguaje, cada día escuchamos neologismos para designar profesiones, oficios o papeles en los que no había dificultad para entender el sexo de quien los ejerce. Tal es el caso de la palabra “presidenta”, lo correcto (desde el punto de vista de la normatividad del lenguaje) hasta hace poco era “la presidente”, de hechola Real Academia de la Lengua Española ya ha aceptado este cambio de género gramatical del sustantivo presidente a presidenta. Aunque cabe señalar que las palabras formadas por participio presente (terminación “ente”) tales como amante o ayudante, no se distinguen en género.
Sobre esta misma línea, si queremos alcanzar una pluralidad equitativa en el lenguaje, entonces comencemos a decir “la estudianta”. Aunque considero que aquí no ha ocurrido este cambio de léxico porque obviamente se ejerce una desviación discrecional sobre las palabras, es decir, no es que sea correcta la terminación, sino que se ha aceptado por lo que designa. En cualquier caso, ser “presidenta” ubica una posición de poder (estatus, hegemonía, elite) mayor que ser “estudianta”, apuntemos que presidente, etimológicamente proviene de presidere, que está formada por el prefijo prae- (antes, delante) y el verbo sídere (sentarse), con el significado de “estar sentado al frente”. Si no se han incorporado otros participios presentes al género gramatical femenino como correctos es porque la terminación en sí misma es un error, es más fácil pelear por la “igualdad” de las mujeres que no son iguales que las demás, las mujeres que presiden (que están al frente) sí merecen mostrar su sexo en el sustantivo y no en el artículo.
Ahora bien, en el ámbito legal también hay algunos cuestionamientos, por ejemplo, hace algunos meses asistí a la presentación de la La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Esta ley tiene varios aspectos dignos de revisarse. Por un lado es una ley discriminatoria, es aplicable únicamente a las mujeres, en caso que un hombre sufra alguna agresión igual que una mujer, no podrá ampararse en esta ley, pues su sexo lo excluye del acceso a una vida libre de violencia.
Si bien, lo que se revisa en esta ley son situaciones que particularmente sufren las mujeres, esto no significa que se tenga que excluir a los hombres de su aplicación. Irónicamente esto dice el Artículo 4.- Los principios rectores para el acceso de todas las mujeres a una vida libre de violencia que deberán ser observados en la elaboración y ejecución de las políticas públicas federales y locales son: I. La igualdad jurídica entre la mujer y el hombre. Cabe señalar que esto no cumple la propia ley, pues es una ley que no otorga igualdad jurídica.
Por otro lado, en la misma ley se estipula la celotipia o el desamor como violencia psicológica. ¿Podría cometerse violencia al no amar? ¿Cuánto será el castigo?
En la misma presentación de la ley, una de las diputadas que la presentaba en Nuevo León, hacía mención que era una lástima que tuvo que borrarse la palabra “feminicidio” de la ley. Este neologismo designa, según ellas, la muerte de una mujer causada por un hombre.
Etimológicamente Homicidio viene de homicidium, de homo-inis, hombre; caedo-ere, matar. Y significa: muerte que una persona da a otra. Ahora bien, como tiene el sufijo Homo pues buscan reemplazarlo por Femi. A su vez, etimológicamente Hombre es una palabra latina que deriva de una raíz indoeuropea que significa “tierra”: ahí tenemos la voz humus, con la que se denomina la “tierra”, el “suelo”. O sea, que los homines o “seres humanos” son propiamente los “nacidos de la tierra” o “terrestres”. Entonces, ¿quién ve una discriminación en homicidio?, ¿realmente los varones han hecho este término para dejar fuera a las mujeres o son ellas mismas quienes buscan una igualdad abriendo brechas en donde antes no había? El homicidio designa la muerte de un ser humano a manos de otro ser humano, el feminicidio no existe ni tiene porque existir.
Otro caso, pero esta vez en un aspecto social, se dio en Europa, en julio de 2007 se publicó en el Diario El País “El Pleno del Congreso debatirá una proposición… en la que pide al Gobierno que las políticas de igualdad tengan también su reflejo en la acuñación de moneda. En concreto, proponen la inclusión de imágenes de mujeres en los euros.” (periódico www.elpais.com España). A lo que el español Miguel Santa Olalla escribe en un artículo titulado Feminismo de hojalata: “En estos días hemos podido leer que el gobierno planea incluir el rostro de mujeres en las monedas de euro. Parece una medida razonable en esta sociedad paritaria en la que vivimos, donde la condición sexual del individuo es tenida en cuenta a la hora de decidir qué puede y qué no puede hacer. Se trata de medidas barnizadas de progresismo. La hegemonía masculina debe desaparecer también en la fábrica de moneda y timbre. La medida no deja de tener una fuerte carga simbólica: ¿Mejora en algo la situación real de la mujer en nuestra sociedad? En absoluto…resulta mucho más sencillo repartir mujeres entre las monedas que monedas entre las mujeres”.
En nuestro país sin embargo no hemos llegado al nivel de preocupación sobre si aparecen o no mujeres en las monedas o billetes, los hechos están a la vista, clínicas de atención especial a mujeres maltratadas, líneas telefónicas las 24 horas para casos de “crisis”, está el Instituto de la mujer, y muchos más “logros” evidentes, pero también están los usos y costumbres que a los legisladores no les interesan, esos que mantienen a las mujeres en una posición sumisa, intolerable y degradante, tal es el caso de leyes (porque también hay leyes locales que avalan los “usos y costumbres” y se saltan sin más la constitución), que impiden a las mujeres competir libremente en una elección municipal, tal es el caso de Oaxaca, específicamente en el municipio de Santa María Quiegolani, y este es sólo uno de los conocidos, que salió a la luz a raíz de la anulación de los votos de una mujer candidata a la presidencia municipal.
Y es que este problema salta a la vista (de quien tenga ojos para ver) en todos los casos, cuando se hacen leyes exclusivas para mujeres, cuando inventamos palabras para designar oficios que ejercen las mujeres, la situación real de ellas no cambia, las leyes anteriores pudieron haberse aplicado de una mejor manera (aplicar la constitución y no hacer una ley especial para mujeres, una que las protege de la violencia y otra que las aleja de la libertad), castigar a quienes ejerzan agresión en contra de quien sea, no dependiendo de su sexo. Recordemos que las palabras excluyen en tanto nosotros hacemos que excluyan, nada está predeterminado.
El feminismo, el pionero, no buscaba la exclusión de los varones en las leyes, sino la incorporación de las mujeres en estas, no buscaba la creación de palabras para evocar a las mujeres, sino el hecho de evocarlas en las palabras, ni tampoco buscaba la fama de ellas en la acuñación de monedas, sino la libertad de ellas para conseguirlas.
El feminismo aún existe, todavía hay quienes se preocupan por la posición social de las mujeres, dejando de lado las “medidas progresistas” por medidas reales, ¿quiénes son? Todos aquellos que vean en las mujeres a alguien igual, legal y socialmente, sin denigrarlas o enaltecerlas.
Es por esto que me declaro feminista en contra de la ley para las mujeres y de la mujer presidenta.
Pongamos por ejemplo en primera instancia el lenguaje, cada día escuchamos neologismos para designar profesiones, oficios o papeles en los que no había dificultad para entender el sexo de quien los ejerce. Tal es el caso de la palabra “presidenta”, lo correcto (desde el punto de vista de la normatividad del lenguaje) hasta hace poco era “la presidente”, de hecho
Sobre esta misma línea, si queremos alcanzar una pluralidad equitativa en el lenguaje, entonces comencemos a decir “la estudianta”. Aunque considero que aquí no ha ocurrido este cambio de léxico porque obviamente se ejerce una desviación discrecional sobre las palabras, es decir, no es que sea correcta la terminación, sino que se ha aceptado por lo que designa. En cualquier caso, ser “presidenta” ubica una posición de poder (estatus, hegemonía, elite) mayor que ser “estudianta”, apuntemos que presidente, etimológicamente proviene de presidere, que está formada por el prefijo prae- (antes, delante) y el verbo sídere (sentarse), con el significado de “estar sentado al frente”. Si no se han incorporado otros participios presentes al género gramatical femenino como correctos es porque la terminación en sí misma es un error, es más fácil pelear por la “igualdad” de las mujeres que no son iguales que las demás, las mujeres que presiden (que están al frente) sí merecen mostrar su sexo en el sustantivo y no en el artículo.
2 comentarios:
Me llama la atención cuando dices "¿Cuánto será el castigo?", ya que hoy día, las leyes actuales y los magistrados, en lugar de buscar resarcir los daños y la enmienda de la ofensa, buscan una compensación monetaria ("Solamente lo barato se compra con el dinero"). ¿Será esto acaso un resultado del consumismo en el que vive el capitalismo y por el que se sustenta?No me queda la menor duda. Ahora, el derecho que se buscaba reivindicar con el feminismo puro, se ve pervertido y violado por el valor que las monedas proporcionan (lleven o no impresas caras de mujeres). Ya no estamos ante el "tanto tienes, tanto vales" sino, ante una especie torcida de "tanto te hicieron, tanto puedes ganar". Una verdadera lástima que nuestras leyes en lugar de buscar puntos de acuerdo, permita hacer semejante discriminación en contra de los hombres. Peor aún, los indígenas mexicanos, esos que tanto se quejan de la discriminación, poseen sus propias leyes en las cuales las personas que no somos indígenas no poseemos un marco legal para hacer valer nuestros derechos constitucionales... absolutamente discriminatorias.
La igualdad entre humanos no debería provenir de palabras que designan, sino de palabras que unen y de palabras que nos lleven a mutuos acuerdos, no de palabras que castiguen su uso en unos y bendigan sus resultados en otras.
Saludos, ¡excelente post!
Los fundamentos estan bastantes claros, y eh de decir que me considero feminista, mas no considero de relenavia estos argumentos expuestos en una ley, en donde la mujer quiere buscar un reconocimiento publico; mas bien soy de la idea de que la aceptaciòn radica en una como mujer, el echo de serlo no debe de demeritar a ningun hombre, puesto que al final termiariamos igual de machistas que ellos.
Por lo que acepto y entiendo que hay limites, que hoy en dia estamos en una constante competencia de generos, en donde despues de años de sometimiento, al tener libertad de elecciòn, la libertad de decir y que por hecho de alguna mujer, esta se ha visto modificada, por querer ser Igual a un Hombre (gracias a Dios y a la naturaleza que no somos iguales)nos cerremon en nuestros ideales, queriendo opacarlos y no nos damos cuenta que somos iguales...
Este articulo, me parecio bastante interesante, entiendo por lo cual debemos de defender nuestros ideales y por lo cual no debemos dediranos tanto a trivialidadess en palabras como "Presidenta", sino mas bien trabajemos para que se logre la VERDADERA equidad de genero, aquella en la que tanto Hombres como Mujeres podamos vivir en armonia eh ir juntos...
Paz Y Bien
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