sábado, 1 de marzo de 2014

Luciérnaga y sombra


Cuando salí
por fin conocí la noche.
Estaba harto del sol que vislumbraba
y enceguecía por doquier desde mi ventana.

Al poco tiempo,
encontré la forma de ver entre la obscuridad,
me regocijó saberme acompañado en mi aventura,
si bien es cierto que eran menos los nocturnos,
también es cierto que eran una especie de cofradía
que me amparaba por el simple hecho
de haberme aventurado a estar allí.

Aprendí,
pero,
estoy ahora lleno de miedo.
He sabido cómo mirar entre las sombras
y no quiero perder la capacidad de observar en el día,
de maravillarme con la ilusoria vista de lo superfluo.

Ayúdame a mirar nuevamente:
luciérnaga de la noche,

sombra del día. 

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