Se había estado preguntando desde hacía tiempo porqué le había ido tan mal en su vida. Incluso pensó que un obscuro placer de no ser feliz lo gobernaba, ya no buscaba culpables externos.
Ello y tantas otras cosas se decía para darse respuesta a ese sentimiento de vacuidad que se había tornado cotidiano. Hasta que un día, después de que la municipalidad pavimentó de nuevo su barrio y comenzó a poner nuevos letreros en las esquinas, lo comprendió. Había un letrero que no había cambiado, éste lo decía todo (estaba en la esquina de su cuadra); lo leyó y resignado sonrió, su vida había transcurrido en una “Calle sin salida”.
Ello y tantas otras cosas se decía para darse respuesta a ese sentimiento de vacuidad que se había tornado cotidiano. Hasta que un día, después de que la municipalidad pavimentó de nuevo su barrio y comenzó a poner nuevos letreros en las esquinas, lo comprendió. Había un letrero que no había cambiado, éste lo decía todo (estaba en la esquina de su cuadra); lo leyó y resignado sonrió, su vida había transcurrido en una “Calle sin salida”.
J.V.R.
3 comentarios:
http://100cuentos.blogspot.com
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Gracias por la invitación, me pondré en contacto en brevedad, saludos krin.
A veces, colega, la única salida es "brincar las trancas", como bien lo hizo Don Cruz Treviño buscando a Vivianita... Diría Facundo, lo importante no es a dónde vas, sino dónde estás.
Muy bonito, me gustó mucho. ¡Saludos!
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