miércoles, 18 de febrero de 2009


Cuentos de Penélope: De cómo dejé de esperar.

Hoy por fin has regresado. Regresaste un tanto diferente, con frío, diría yo. De la espera mejor ni hablar. El alma se me desgarraba sólo de pensarte, de pensar si volverías... Pero he dicho que ni hablar. La piel que te cubre, sin duda, ya no es la misma, bien dicen que el tiempo no perdona. Tus labios ya carecen de la vida de antaño, esos labios que mordía y que después me hartaban.

Honestamente, el recuerdo de tu voz era lo único que me mantenía esperándote. Tu risa era el único rocío que de vez en cuando mojaba este desierto, este desierto que soy yo sin vos. Pero regresaste, bien, ya llegaste y eso es lo que cuenta, el corazón late con fuerza, no me importa lo mal que te ves. Te voy a besar, como en los buenos viejos tiempos... pero tus labios no tendrán calor ni color...

En fin, que bueno que regresaste, Penélope, aunque sea en esa fría y horrible caja gris, que bueno que regresaste, Penélope; ya no esperas ni te espero más.


Ricardo Rodríguez
- Con amor a todas aquellas Penélopes, a sus hijos, a sus maridos
y a los grises viajeros que nunca la reencontraron.
Fin.


1 comentario:

José Vieyra dijo...

Hay veces que los amores regresan fríos y sin vida; muertos. Que al mirarlos así, nos damos cuenta de algo, del cambio.

Las Penélopes que esperan o que cargan bolsos, con sus vestidos y con relojes parados para nosotros. Quienes prometimos volver o esperar...

Esta serie me ha gustado, pero más este último, que siento que cierra oportunamente, de la mejor manera, con la muerte simbólica del pasado, librándose de alguna manera de él, pero no sin antes despedirse.