miércoles, 3 de septiembre de 2008


Control de calidad en los humanos: borrar las diferencias; prescindir de la diversidad; lapidar a la subjetividad.


por José Vieyra Rodríguez

“La equidad allana nuestras pequeñas diferencias
para restablecer la apariencia de igualdad,
y pretende que nos perdonemos muchas cosas
que no estaríamos obligados a perdonarnos”
Nietzsche. El caminante y su sombra. Aforismo 32.


En la época actual, que todo es medido por calidad, ha tendido el propio ser humano a entenderse de la misma manera que un producto (incluso esta es una acepción para llamar al feto, recordemos que hay lugares en los cuales incluso se puede abortar si es detectada una malformación en el feto, si "el producto viene mal"), aun cuando en apariencia el discurso sea el opuesto. Ahora se habla de una aceptación a todos, respetando los gustos, la ideología, creencia, preferencias y demás adjetivos que nos son vendidos como “positivos” y que serían un ejemplo de la diversidad. Se dice que cada día ganamos en equidad, cuántas veces hemos oído hablar de la equidad de género y sus logros. También en la educación aparentemente cada vez es menos elitista, supone que el hecho de ponerla al alcance de todos es el único objetivo.

Detrás de todas estas máscaras de bondad y alegría, encontramos un discurso latente, la universalización de todo, es decir, trabajo igual para todos sin importar el sexo, una educación uniforme sin importar las diferencias de cada sector (ya no digamos de cada alumno), un derecho universal al acceso de todos a lo mismo, sin darse cuenta que esto no solamente no es un avance, sino que incluso representa un retroceso.

Para muestra expondré dos ejemplos de los temas entredichos anteriormente. Por un lado está la “igualdad” en los sexos. Aquí la primera objeción que vendrá en favor será decir que los defensores de la Equidad de Género no hablan de igualdad, sino de equidad en las diferencias. A lo que asalta la pregunta, ¿cuáles son para ellos estas diferencias? Comúnmente se habla en relación a una igualdad de derechos, también de obligaciones, y por ende se deduce de todo sustrato social en relación al género, dejando únicamente como diferencia a la anatomía, ¿son estas a las que se refieren cuando hablan de diferencias?

Esto se puede revertir peligrosamente, si buscamos una igualdad en el ámbito social, ¿qué diferencias dejamos en el anatómico que repercutan en la intersubjetividad? ¿La respuesta acaso nos la dará la biología, o mejor dicho, la biotecnología, que nos responderá diferencias en pautas de relaciones sociales marcadas y determinadas por la anatomía (cerebro, genes, neurotransmisores, etc.)?

Hoy no se puede pensar en dos géneros en la sociedad, la equidad de género busca la unificación de éstos, si no cómo entender que no se hable de “Equidad de géneros” sino de “genero”, el único discurso ahí es el de una homologación de géneros, el llamado por la voz popular unisex (ropa, desodorantes, estéticas, modas, son calificadas de esta manera, se entiende, pues, que se habla de un unigénero, eliminar incluso en las apariencias la diferencia).

Por esto se consigue además que las obligaciones sean iguales, los derechos también, pero las posibilidades se unen en este rubro, ya no importa la diferencia social, cultural, psicológica. Incluso en el afán de emancipar a las mujeres no dudo que se terminará persiguiendo a aquellas que quieran seguir en el clásico rol de mujer ama de casa, es decir, no hay posibilidad de elección, hoy las mujeres trabajan, estudian y son productivas (encajando perfectamente en el modelo capitalista, en donde la producción es el objetivo).

Si la búsqueda de igualdad va en el sentido de una uniformización de los géneros, el peligro es ser reducido a un solo género, que no haya diferencias, no osar querer ser hombre con cierto rol específico, mejor ser transexual, mujer u hombre, pero marcados por un solo calificativo; la igualdad.

En cuanto a la educación es algo más cotidiano de lo que creemos, el discurso de la eliminación de las diferencias es notable. Hoy en las escuelas a los alumnos que antes no se les aceptaba en una escuela regular, son llevados al aula con sus "pares" a recibir la misma educación. Me refiero a todos los niños ahora denominados por la Secretaría de Educación como Alumnos con Necesidades Educativas Especiales, pero que, paradójicamente, no son atendidos de esta manera, son incluidos en el salón y tratados por el mismo maestro. No se brinda esa atención al caso en particular, es decir, se piensa en un supuesto lugar al cuál debería pertenecer, un lugar en el cuál suponemos debe estar (comparación; estadística) y borramos el rastro de humano insertando al alumno con otros tantos que no comparten su particularidad.

Esta es en buena medida en discurso de la equidad, que todos los alumnos sean tratados de la misma manera. Las calificaciones en algunas instituciones educativas hoy son arrojadas por un sistema que evalúa de la misma manera a todos, tratando de dejar fuera incluso al rastro de la subjetividad del maestro. Los alumnos-maestros son autómatas, no importa qué le pasa a cada uno, la relación o las necesidades, los maestros se transforman en meras computadoras y los alumnos en datos.

Esto implica también un retroceso, puesto que muchos de los derechos, que después se convertirán en obligaciones, se crean a partir del más débil o desprotegido, dejando así rezagado el desarrollo de los demás. Nadie negaría que la inclusión de un alumno con retraso mental o sindrome dawn en un salón con treinta alumnos que no comparten esta característica, retrasa el progreso de todos, puesto que el maestro tendrá que poner cierto tipo de atención a éste pero dejará parados a los demás, en el mejor de los casos cuando se brinda esta atención especial se pierde la de la mayoría. La solución no radicaría en la inclusión del alumno retrasado, sino en la creación de centros para la atención especial, es decir, la equidad no funciona en este nivel, ni siquiera a manera práctica.

Todo esto no es más que un problema estadístico, se piensa en términos de calidad, de que todos seamos idénticos, es decir la imposición de una identidad. Por esto, se cree que la mayoría es el modelo para todos, quien no se adapte, ya sea por una deficiencia natural (orgánica) o por una divergencia en el pensamiento, debe ser conducido al sendero de la normalidad, que no haya diferencias, ignorar a los débiles (que supuestamente debieron ser fuertes, como los demás), ocultar a los diferentes, callar a los locos (aquellos fuera de lugar, como refieren algunos por su etimología, como si el lugar de la mayoría fuera el idóneo).

Citar una sentencia de una autoridad siempre revalora las opiniones, pues quien habla por si solo su decir es tomado como un pensamiento a la deriva: “Esas monstruosas aberraciones del igualitarismo procustiano derivan de la sobrevaloración del “derecho”, que sustituye a la justicia… el derecho es por su propia naturaleza unívoco, en tanto la justicia tiene en consideración la diversidad de las criaturas” escribe Georges Devereux en Mujer y Mito.


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