martes, 20 de octubre de 2009


Bastardos sin gloria;
Los hijos ilegítimos en la búsqueda del goce robado



por José Vieyra Rodríguez




Nota
: Este artículo contiene información sobre el argumento y trama de la película, por lo que puede ser considerado como spoiler, queda en consideración del lector seguir con su lectura.



Sinopsis
Durante la ocupación alemana de Francia, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia a manos del coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz). Shosanna consigue escapar y huye a París, donde se forja una nueva identidad como dueña y directora de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) organiza un grupo de soldados judíos para tomar represalias contra objetivos concretos. Conocidos por el enemigo como “The Basterds” (Los bastardos), los hombres de Raine se unen a la actriz alemana Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), una agente secreta que trabaja para los aliados, con el fin de llevar a cabo una misión que hará caer a los líderes del Tercer Reich. El destino quiere que todos se encuentren bajo la marquesina de un cine donde Shosanna espera para vengarse…


El afamado director Quentin Tarantino nos muestra en esta ocasión con su Inglourious Basterds (2009) una visión divertida, entretenida, visualmente impactante pero igualmente distorsionada y poco creíble de la ocupación Nazi en territorio francés durante la segunda guerra mundial, una mezcla nada sorprendente conociendo el sello ineludible del guionista y director de esta película, sin embargo, precisamente el agradecimiento a este director es por su afán de fantasear intencionalmente con la realidad consabida, más que intentar mostrarnos una verdad histórica, como lo han querido otros cineastas, pues aun así, esta ficción nos puede mostrar diversas verdades en nosotros mismos.

En diversos sitios de internet no tardaron en aparecer alabanzas y críticas al nuevo film de uno de los últimos directores considerados de culto de los Estados Unidos. Sin embargo, omitiendo un análisis de la película en su aspecto puramente artístico y cinematográfico, también se puede inquirir e intentar descubrir, aun sea un poco, la fantasía implícita en este largometraje, puesto que un comentario asiduo en las reseñas es que pese a ser una película norteamericana, la perspectiva del director se sustrae de la visión sesgada y tendenciosa común en los films de ese país que abordan la segunda guerra mundial, de hecho un eslogan de la película es “nunca has visto la guerra, hasta que la veas a través de los ojos de Quentin Tarantino” ¿es posible verdaderamente ver algo más de la segunda guerra mundial que los clisés prefabricados y llevados hasta el hartazgo en sinfín de películas sobre ella? ¿un director puede sustraerse de su propia ideología en la que, quiéralo o no, está imbuido?

Uno de los comentarios repetitivos es que Tarantino se cuidó de no vanagloriar a los norteamericanos como los salvadores del mundo, además de mostrar un lado igualmente cuestionable por parte de algunos judíos, quienes sin remordimiento podían ser al menos igual de crueles que los alemanes nazis. Detengámonos un momento aquí, y antes de seguir en esta línea retomemos el nombre de la película, la cual hace referencia a un grupo de soldados norteamericanos que tienen entre sus filas a varios inmigrantes de ascendencia judía, comandados por el teniente norteamericano Aldo Raine (Brad Pitt), este grupo de judíos está dispuestos a regresar al viejo continente y cobrar venganza contra los alemanes, además a este grupo se le une la actriz alemana Bridget von Hammersmark (Diane Kruger) quien traicionará a los alemanes a favor del término de la guerra. Por supuesto, algo evidente salta a la vista, si tomamos al nombre de la película entendemos que la trama central gira en torno de los bastardos, es decir, hijos ilegítimos de un padre reconocido, son los hijos que degeneran el origen y naturaleza de la raza. Pero estos hijos bastardos buscan algo en particular, la gloria que buscan es la muerte del padre. No perdamos esto de vista para retomarlo en nuestro segundo escrito.

Ahora bien, regresando un poco, supuestamente la película logra saltar los límites políticos que podemos encontrar en una filmación sobre la guerra, es decir, no toma evidentemente partido sobre algún país, una raza o religión en particular, sin embargo lo hace de la manera que probablemente sea tan evidente que quizá a más de uno se le ha escapado, es decir, invierte los papeles la mayoría del tiempo, así, las escenas más violentas, crueles y sangrientas se logran llevar a través de los judíos, quizá omitiendo el primer capítulo en que el Coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz) mata a la familia de la joven Shosanna Dreyfuss (Mélanie Laurent) en Francia, el cual por cierto es muy bien logrado por la tensión psicológica que se logra imprimir, más que por la muestra visual de violencia, pero ¿qué pasa ante el espectador que no logra enjuiciar brutalmente a los bastardos por su comportamiento? Tarantino lo sabe, juega con los fantasmas personales, con esa imagen ya preconcebida y difícil de suprimir de los alemanes como crueles seres despiadados que merecerían al menos el mismo castigo, el director no necesita retomar y poner en balance la crueldad de ambos, eso ya está hecho en el concepto difundido oficialmente de los alemanes.

Ahora bien, si la película es bien lograda, es precisamente por el juego con la fantasía que lleva implícita, omitiendo incluso el hecho de la muerte de Hitler en manos de los bastardos y el término de la guerra en un cine (significante que cobra valor dialéctico en la película, en tanto es usado en función de la propaganda fascista así como lugar redentor del ser humano).

Una pregunta pertinente hasta aquí es porqué los bastardos buscan la venganza de la misma manera, es decir, su partida hacia Europa no es con el objetivo de terminar la guerra o matar al Tercer Reich, de hecho el Teniente Raine hace su aparición en el film reclutando a sus bastardos y comentándoles “miembros del partido Nacional Socialista conquistaron Europa mediante asesinatos, tortura, intimidación y terror, y eso es exactamente lo que les vamos a hacer[…] dejaremos atrás los cuerpos de sus hermanos, destripados, desmembrados y desfigurados; y en ellos encontraran la evidencia de nuestra crueldad”; es el antiguo proverbio de ojo por ojo y diente por diente, es fácil comentar que eso lo que se merecen los alemanes, pero verdaderamente ¿porqué castigar el crimen con el mismo crimen? La medición es con la misma vara, pero cabe preguntarse también, ¿acaso no es esta la posibilidad de llevar a cabo la crueldad de forma justificada, con derecho y sin remordimientos?, es decir, es la posibilidad de gozar de ella con autorización del superyó, o peor aun, con el mandato superyoico.

Comencemos pues a adentrarnos en nuestro interés, ya que precisamente los Bastardos sin gloria, nos permiten poner en práctica una crítica de nuestra manera de gozar. Así, sigamos al filósofo esloveno Slavoj Zizek en la argumentación de su libro El acoso de las fantasías (México. 2007) en el cual nos expone de manera clara la forma de operar de nuestro goce nacionalista, en primer término nos dice que la identificación nacional opera con la cosa-nación, la cual la podemos definir como “nuestro estilo de vida” y que ese estilo de vida, propio de cada nación o grupo social, es “en pocas palabras todos los detalles que evidencian el modo único en que una comunidad organiza su goce” [1], recordando que el goce no es equivalente del placer, por el contrario, el goce es ese exceso incontrolable y sobrante que lo altera, “el goce se localiza más allá del principio del placer” [2] o como lo formula Lacan en 1960, el goce es todo lo que corresponde a la distribución del placer en el cuerpo [3] precisamente a la distribución, strictu sensu, pues divide y coloca al placer en un destino conveniente, aun llevadero, por eso los estilos de vida son la manera de organizar la propia distribución del sobrante del placer (de la necesidad), pues sin esto, se desbordaría y el sujeto quedaría sin límites contenedores, paradoja del ser hablante, que organiza aquello incontrolable para lograr su contención fantasmática.

Ahora bien, la identificación con la cosa-nación, o como la llama jocosamente Zizek; la cosa nostra, implica a su vez una creencia en que los demás compatriotas creen en ella, su carácter ontológico se concibe a partir de la creencia de su creencia, “es literalmente un producto de la creencia en ella misma” [4], por lo tanto dicha creencia en la intersubjetividad logra ligar verticalmente a sus miembros con alguien superior a ellos mismos, como nos enseñaba Freud desde 1921, la identificación con un ser superior sólo se logra mediante los lazos que se han creado entre los iguales, estos lazos son de identificación en el semejante en tanto hermano; hijo del mismo padre [5], o dicho en otros términos, la identificación con el Otro es mediata, en tanto es con el otro.

Así, el racismo o el nacionalismo purista, es una forma de querer mantener propia a la cosa-nación, libre de ese otro que –paradójicamente- tiene un goce excesivo de ella, es decir, la intolerancia no es por el simple hecho de ser diferente y creerme superior, sino por ver en el otro una forma de gozar que aparentemente es mejor que la mía, su “estilo de vida” me muestra una organización del goce diferente (“los judíos, esos usureros que roban nuestro dinero, ganan a consta de nosotros cuando ni siquiera son verdaderamente alemanes, ¡no merecen a mi patria!”). Por lo que vemos, “esta sería la fórmula más general del racismo moderno que presenciamos hoy en día; es un odio al modo particular en que el otro goza[…] pues se ubica en el nivel de la tolerancia o la intolerancia hacia el goce del Otro, el Otro como aquél que esencialmente se roba mi propio goce” [6].

Por una parte, esta fórmula es fácilmente aplicable a los Nazis, pues el estilo de vida de los judíos es precisamente lo que no soportaron, aquello que no sólo querían exterminar, sino apropiarse, la organización del goce del judío fue reclamada por sus supuestos dueños, la raza aria. Pero la película nos deja ver algo más, de hecho lo que nos muestra es una visión inversa al dejarnos observar cómo los judíos reclaman su vida perdida, pero no lo hacen intentando restablecer su posición, sino contrariamente lo hacen esta vez a partir del goce del otro, al declarar el teniente Raine; “miembros del partido Nazi conquistaron Europa mediante asesinatos, tortura, intimidación y terror, y eso es exactamente lo que les vamos a hacer”, lo que deja entrever no es siquiera una venganza, sino un goce anticipado en fantasear con realizar los mismos actos, es decir, los alemanes al robar el goce que vieron en los judíos lo hicieron por medio de matanzas y crueldad, pero ahora los judíos lo que ven en los alemanes y su particular modus vivendi es otro tipo de organización de goce, más sádica y directa, la pregunta que se nos avienta en la cara al ver cómo supuestamente los Nazis gozaban con la crueldad, es si acaso nosotros también lo podemos hacer. O dicho de otra manera ¿por qué ellos sí están autorizados a gozar con nuestro dolor? En respuesta, se deniega (Verneinung) la autorización pero a cambio su condena es la misma, el ojo por ojo y diente por diente no es más que el reclamo de un goce del otro, pues sabemos que una argumentación versada en derecho no llegará demasiado lejos con estos pensamientos, porque precisamente la filosofía del derecho está orientada a la restricción del goce de manera racional (aunque parezca aventurado hablar de esta manera), o dicho en términos freudianos, el derecho busca la socavación de las pulsiones y la orientación de ellas en direcciones socialmente esperadas y culturalmente tolerables.

Así, la culminación del desbordamiento de goce sin restricción, con pulsión sin destino fijo, aparece hacia el final de la película, cuando vemos a miembros del partido Nacional Socialista carcajear y alabar la proyección en la cual se asesinan a cientos de judíos, de pronto la cinta es interrumpida por Shosanna que aparece en la pantalla grande para avisarles a todos que morirán, a su vez la bomba de los bastardos explota y se desata la angustia ante un peligro real (Realangst) de todos los asistentes; mientras tanto el cine es a su vez incendiado por el ayudante negro de la dueña judía del cine (sumamente simbólica la relación de estos personajes), por último vemos a Shosanna reír eufóricamente en la pantalla, a la vez que el cine cae en llamas y dos de los bastardos ametrallan enloquecidamente a cuanto Nazi observan desde lo alto de un balcón, no importándoles en lo absoluto su eminente muerte, una escena que básicamente juega a mostrarnos los dos lados de la pulsión incontrolada, por uno el enloquecimiento ante un peligro y el desbordamiento de la libido en angustia, y por el otro, de la misma manera, el desbordamiento libidinal se da, pero en este caso lo incontrolable se vuelve el goce mismo, olvidando la propia vida por seguir en el goce total, que al final, no puede dar más que muerte.

Aun nos quedan preguntas por responder, ¿es al padre a quién querían matar los bastardos o es a su madre (Alemania)?, además ¿qué papel juegan aquí las mujeres, o son simplemente eslabones en un mundo e historias de hombres?, por último, ¿es la película una simple muestra de desbordamiento pulsional? Temas pendientes por ahora, lo revisaremos en la siguiente entrada.

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[1] Zizek. S. El acoso de las fantasías. Siglo XXI editores. México. 2007. p.p. 45
[2] Ibidem
[3] Lacan. J. Seminario VII. La ética en psicoanálisis. Ed. Paidós. Argentina. 2002
[4] Zizek. S. Op. Cit. p.p. 46
[5] Freud. S. Psicología de las masas y análisis del yo. Obras Completas. Vol. XVIII. Ed. Amorrortu. Argentina. 1978
[6] Miller, J. A. Extimité. Inédito. Citado por Zizek en El acoso de las fantasías. Siglo XXI editores. México. 2007. p.p. 48


2 comentarios:

Amolestalo dijo...

Me llama mucho la atención el concepto de "la cosa nostra". ¿Podrías extenderte en un artículo más sobre el "goce"? Transponiendo la situación a una actualidad... ¿Qué goce ven los "gringos" en los mexicanos? Nótese que también es identidad nacional mexicana madrear a los nacidos en los Estados Unidos.

¡Saludos!

José Vieyra dijo...

Claro, no es mala idea transladarlo a nuestra cosa-nostra, es decir, a nuestro grupo social y revisarlo desde aquí, el próximo artículo versará sobre ello, saludos!