lunes, 28 de enero de 2008


Discriminación en nombre del género.
Programa Atenea



por José Vieyra Rodríguez


Hace apenas unos días se inició el Programa Atenea en el Distrito Federal, el cual creó autobuses exclusivos para brindar el servicio a mujeres solamente, al menos es la propuesta principal, pues se brindará también el servicio a varones con niños y a mujeres con sus hijos que estén estudiando como máximo secundaria.

Esta iniciativa supone que separando a las mujeres de los hombres (solos) en el sistema de transporte público del Distrito Federal, evitarán los acosos y abusos por parte de éstos hacia las mujeres, pues constantemente se ven agredidas por hombres que faltan al respeto, insultándolas, degradándolas o como se diría comunmente: pasándose de la raya.

Todas estas iniciativas se basan principalmente en una supuesta perspectiva de género, en donde la mayoría de los problemas sociales se ven reducidos a la anatomía del ser humano, es decir, suponen que la problemática y solución está en el sexo que nos tocó llevar. Me explico un poco más. Las personas que trabajan en estas propuestas y programas, que dicho sea de paso, siempre abogan (supuestamente) por el bien de las mujeres, creen solucionar los problemas socioculturales con paliativos evidentes, pero paliativos al fin, que ponen su énfasis en que el sexo que poseemos nos determina para pensar y actuar.

Creer que se reducirá el acoso hacia las mujeres creando transportes exclusivos para ellas es un error, es decir, probablemente se reducirá la prevalencia de acosos en transporte público, pero quedan varias preguntas al aire, ¿y el acoso antes de tomar el autobús y después de bajar de él? ¿sirve de algo derrochar dinero paliando problemas fuertes, pero sin solucionarlos? ¿cambia en algo nuestra manera de pensar al tener autobuses exclusivos para mujeres?

Intentaré responder estas preguntas, en la primera pues la respuesta es simple, el acoso fuera de los autobuses seguirá exactamente igual, es decir, buscan reducir el problema del acoso encapsulando a las mujeres en un pequeño mundo feliz. La segunda pregunta también es simple de contestar, sí y no, pues mientras sirve como una medida momentánea no funciona como una verdadera solución para eliminar el problema, lo único que logra es controlarlo en su pequeño margen de poder. Para mí la tercer pregunta es la más importante y difícil de responder, pues considero que crear cada vez más espacios exclusivos para hombres y mujeres lo único que hace es marcar las diferencias aún más.

Tener transporte exclusivo para mujeres (cual sanitarios rodantes) nos invita a pensar en que la lucha por la equidad de género está más lejos que nunca de ganarse. Se ha desvirtuado y perdido totalmente el objetivo y ahora más que nunca antes en la historia se remarcan las diferencias entre hombres y mujeres, y no sólo eso, nos impone una manera de pensar y actuar, ¿acaso ahora necesitamos de estas imposiciones para evitar perder la identidad sexual? Ahora en nombre de la perspectiva de género y los derechos humanos de las mujeres (sic) nos remarcan nuestro lugar a cada quién en la sociedad. Quiero decir que definitivamente estas propuestas marcan nuestra manera de pensar, y es que evidentemente la solución a un problema cultural siempre será la misma desde la miopía del género: hombres allá, mujeres acá, solución. Lo triste es que también los impulsores de todas estas iniciaticas hablan de equidad, cuando lo que se hace es ser menos equitativo cada vez. Es decir, se discrimina con base al género (como lo hacen sus odiadios machistas). Alguien que les avise que la discriminación es ahora cada vez mayor, discriminar es hacer una distinción, lo último que hacen estas acciones es promover una equidad de género.

Con el programa Atenea las mujeres indefensas esperan su autobús, los hombres acosadores esperan otro, sólo tengo una pregunta ¿cuál abordamos los que no somos ninguno de los dos casos anteriores?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola:
Me gustaría señalar dos puntos: por un lado, me parece que efectivamente el hecho de separar hombres y mujeres no es la cura ante el mal que nos afecta socialmente; ya que el problema no radica sino en la educación dada desde el hogar y también en el morboso deseo de cada uno de nosotros de realizar actos que estén "fuera de la norma". Con ello no quiero tomar una postura moralista pero...Cuántos de nosotros no nos sentimos tentados de robar algo, "faltar al respeto" o dejarse llevar por impulsos? Para este punto hay mucho que discutir, lo cual sería bueno en un espacio más extenso.
A pesar de la opinión de quien escribe este artículo,en relación a la aparente oposición o crítica al proyecto Atenea, debo señalarle que me declaro a favor del mismo. He sido maltratada verbalmente, física y psicológicamente en el transporte público muchas veces. Una amiga fue casi violada ante los ojos del conductor quien le importó nada, el manoseo, el atraco y demás vejaciones de que fue víctima mi compañera. El proyecto no propone que haya un trasporte de hombres exclusivamente, sino que permite una opción (consciente estoy de que es un mejoral para el cáncer que se padece)para quienes no queremos que nos roben de las carteras, nos rocen "accidentalmente", nos asalten o nos acosen cuando bajamos de la parada del bus y nos sigan molestando un par de cuadras ante la mirada de la gente que hoy en día no le importa ni defenderse a sí mismo.
Creo que podríamos realizar un verdadero cambio, según su concepción del "hacer diciendo" a través de la divulgación de una ética de la supervivencia humana en nuestros familiares, amigos, compañeros profesionistas , por decir un comienzo. A través de la biblia, los valores, las ideologías o el discurso que según cada uno de nosotros profese; siempre y cuando esta "política" (atendiendo al sentido más puro de la palabra y su origen etimológico)sea en beneficio de todos.
A mí me gustaría que mi esposo me acompañe en ese bus y de hecho es posible según las políticas que rigen al usuario de este proyecto. Pero me gustaría más que mis hijas no tengan miedos al abordar un bus, que no se sientan violadas por un desconocido que las toquetea o les grita palabras utilizadas para denigrar la femineidad. Un mundo cuasiperfecto necesita de nuestra intolerancia en algunos aspectos, esa intoleracia significa el respeto a la otredad en terminos que se consensúan entre cada comunidad y sus tradiciones y costumbres.
El útlimo párrafo de tu artículo me parece ofensivo, porque no se trata de adjetivar con ironía a las mujeres como indefensas, sino más bien, como intolerantes hacia la violencia. Si hablamos de tener cuidado con el discurso,entonces creo que habría que revisar eso último.

HIDIE