jueves, 30 de abril de 2009


Monterrey, Mx. El equipo de Investigación, Ciencia y Tecnología Hacer Diciendo, preocupado por el acrecentamiento de pánico e incertidumbre desatado por la nueva amenaza de la naturaleza contra los seres superiores (los hombres, por supuesto, no vaya usted a creer que los cerditos), se vio en la necesidad de ponerse a trabajar (es obligación más que necesidad) arduamente y encontrar una solución viable (rentable, claro está) para el problema del virus de la "influencia".

Nos sentimos enormemente congratulados al anunciarles nuestras conclusiones a las que hemos llegado, entre ellas, anunciamos la cura definitiva contra este virus, además de la vacuna.

Así pues, hemos concluido que el virus de la “influencia” es curable y aún posible de ser prevenido, siguiendo las siguientes recomendaciones: en primer lugar NO se requiere “tapabocas” (con el peso simbólico que esto contenía, pues no sólo no dejaba entrar sino tampoco salir nada de la boca), en cambio es posible prevenirse (¡es la vacuna!) e incluso curarse con tan sólo dejar de seguir día y noche los noticiarios. En caso de haber contraído en cierta medida algo grave este virus y no poder apagar la televisión (síntoma de enfermedad avanzada), se recomienda dejar el “tapabocas” y hacer uso de un antifaz para dormir en frente del aparato y de ser posible presionar la tecla “mute”, esto le hemos denominado "ponerle el tapabocas al televisor", es decir, invertir los papeles.

Aun cuando estos son resultados preliminares, las estadísticas (que nunca mienten) nos dicen (ellas no llevan tapabocas) que estos son resultados confiables, cualquier eventualidad les mantendremos informados.



Atte
Departamento de Investigación, Ciencia y Tecnología Hacer Diciendo

Ing. Ricardo Rodríguez Valdez
Lic. José Vieyra Rodríguez

miércoles, 29 de abril de 2009


Ayer la ví, maldita influenza, me hiciste verla tras esa horrorosa máscara facial. ¿Qué te piensas, gripe marrana, para robarme su belleza?


Ricardo Rodríguez


Cuentos en 140 caracteres.


Estimados 2 ó 3 lectores (en esta cuenta estoy incluyéndote, José). Recientemente he aprendido a usar una graciosísima cosa llamada Twitter, un servicio de microblogging cuyo límite de 140 caracteres me parece fascinante y desafiante para poder contar cuentos, microcuentos, cuentitos... la cosa es que estoy comenzando a tratar de escribir cuentos para publicarlos en mi cuenta de Twitter (y a la vez aquí mismo), los cuales les invito atentamente a leer. Aún no sé si sea posible, o aún conveniente, publicar en Blogger y Twitter a la vez, sin embargo voy a procurar publicar en ambos sitios simultáneamente.

De lado quisiera dejar toda la controversia que levantan sitios como Twitter, y simple y sencillamente aprovechar el espacio y prestaciones que nos ofrece para hacer algo que me gusta y que es probable que a ustedes les guste.

Sin más, comenzamos...

¡Gracias por su atención!

Ricardo Rodríguez

"Ha sido mi experiencia que gente que no tiene vicios
tiene muy pocas virtudes"


Abraham Lincoln

Tengo un solo vicio: Fumar cigarrillos mientras bebo cerveza hasta caer alcoholizado, al tiempo que pago a distintas mujeres, cuando me junto con mis amigos a apostar y jugar baraja. Por supuesto no puede faltar la verde...


Ricardo Rodríguez


jueves, 23 de abril de 2009

De libros y oficialidades


por José Vieyra Rodríguez


Las palabras expresadas por la voz
no son más que la imagen de las modificaciones del alma;

y la escritura no es otra cosa

que la imagen de las palabras que la voz expresa
Aristóteles



Hoy 23 de abril se celebra, por decreto de la UNESCO, el día internacional del libro.

Me llama de sobremanera la atención la oficialización de festejos de diversas índoles. Cada día que se celebra algo, se puede escuchar “pero ojalá no sea sólo un día, sino que todos los días sean (aquí ponga usted el festejo acorde a la ocasión)”.

La creación de la oficialidad de dichos temas me parece triste. Cuando algo se tiene que volver oficial, no necesariamente es por la importancia que ha adquirido en la sociedad, sino por el contrario, puede ser también por el desinterés que despierta, y por lo tanto, hay que buscar salvarlo al menos un día, y de paso, enmarcándolo dentro de la política actual, ¿qué tema está fuera de ella?

Socialmente los libros son bien vistos, fomentar la adquisición de ellos es políticamente correcto (sin importan que muchos puedan estar más bien cerca de ser panfletos propagandistas de ciertas ideologías), incluso las grandes (y no tan grandes) ciudades tenemos nuestra Feria Internacional del Libro, en la cual se ven desfilar miles de personas comprando, como debe de ser, libros y libros que adornarán unos libreros, también comprados cual debe ser, para el uso debido: sostener libros.

El fomento a la lectura es un lema que se escucha en todos lados, pero en nuestro país las leyes que ostentan dicho título incluso van en su contra.

El libro; en este su día internacional, compremos algunos, adornemos nuestras casas con ellos y carguémoslos bajo el brazo por la calle, no sin olvidar hacer juego con un buen par de anteojos… ah, y si los leemos también sería bueno.

miércoles, 22 de abril de 2009


La cosa fue así...

Ayer me perdí en la ciudad donde vivo. La ciudad la atraviesa
un río, ancho, grande, con mucha agua. Yo sabía de antemano
que en este río vive una estatua, y por azares de las calles fui
a dar a donde esta estatua vive. Me bajé del auto, caminé al
lado del río hasta llegar al monumento.

A manera de homenaje encendí un cigarrillo,
puse una canción en mi mp4 tipo aypo
con tecnología Sony japonesa y me senté a ver la mole de bronce.

Mientras sonaban las melodías que la estatua tocaba
mientras solía vivir como nosotros, los humanos, cerré mis ojos
para imaginarle tocando esas seis cuerdas que me atraviesan
siempre como seis espadas. En mi éxtasis, veía a un vago caminar,
un muchacho joven, sucio y rubio que cargaba unos tambores y
dos morrales llenos de ropa igual de sucia, pero no tan joven.
El vago se detenía en cada árbol que veía, se acercaba, lo apreciaba
y si había oportunidad tomaba una ramita y la guardaba en uno
de sus morrales. Al llegar a la estatua, caminó unos pasos adelante
arrancó una flor, regresó a la estatua y con mucha dedicación y cuidado
la puso en la mano izquierda del ahora occiso. Se dió media vuelta
y se marchó.

Unos ofrecemos cigarrillos, otros ofrecen flores, pero siempre
lo mejor que podemos. Caín no era tan malo ni Abel era tan bueno...
Pero Stevie, Stevie... tú eres el mejor.


R.R.V

lunes, 20 de abril de 2009


Dialéctica

Desde muy pequeño me enseñaron casi a manera de dogma que las letras pequeñas siempre contenían lo más importante, por lo que nunca debía pasarlas por alto. No importando la incongruencia que esto me suscitaba, lo terminé por creer aunque nunca lo había podido comprobar, hasta ayer, cuando vi un gran letrero que decía CUIDADO, pero debajo de esta advertencia tenía unas letras muy pequeñas, me esforcé por leerlas pero no podía, me acerqué cuidadosamente, poco a poco, hasta que las vi claramente “Si usted puede leer esto es porque está demasiado cerca ¡aléjese!” Me retiré lentamente mientras recordaba irónicamente aquella máxima acerca de la importancia de las letras pequeñas.

J.V.R.

martes, 14 de abril de 2009


Los intelectuales


por José Vieyra Rodríguez


“En un lejano lugar retacado de nopales
había unos tipos extraños llamados intelectuales
se la pasaban leyendo para ser sabios y doctos
pues no querían seguir siendo vulgares tipos autóctonos
…y entre tanto pensamiento, análisis y estructura
decían conocer la neta y hasta también la locura
pero al llegar a su casa peleaban con su mujer
sintiéndose de otra raza nunca daban pa’ comer”
Rockdrigo González



Cuando se quiere ser “contestatario social” pueden darse cientos de argumentos para generar (a veces sólo para mantener) una crítica en contra de los medios de comunicación, los deportes, los comics, los artistas “pop” y demás iconos y formas culturales que según intelectuales entendidos (quizá sólo entre ellos mismos) son formas de mantener la opresión y control de masas a través de entretenimiento enajenante que propicia únicamente la creación de una masa uniforme sin pensamiento propio, y por ende, de estúpida forma de vida.

Ahora, cualquiera que tenga ánimos de volverse un “rojillo” o un “intelectual de izquierda” basta voltear a ver la televisión y denunciar la hipocresía y forma de control mental, el fútbol y la enajenación de masas, las novelas y la repetición de figuras femeninas, los juguetes y su creación de “género” a través de los soldaditos para los niños que generan violencia y las cocinitas para las niñas y su creación de roles femeninos acorde con la visión clásica, los videojuegos y su formación de nuevas realidades virtuales alejadas de la convivencia social, el internet y su manera de aislar al individuo, la ciencia y su saber imperante que dicta el nuevo orden y creencia…

Es sencillo volverse un reaccionario del sistema, quienes así se consideran también se pueden autoetiquetar desde anarquistas o hippies hasta feministas, sociólogos o ¡filósofos!

Dependiendo del interés y punto de apoyo que tomen, será su discurso, así termina toda la cultura (incluso la Universidad, de donde la mayoría provienen aunque muchos ni siquiera la terminan), siendo un mero reservorio de porquería; la televisión, los juguetes, la política establecida, el modelo educativo, los libros best seller, los artistas más reconocidos, el cine comercial, los deportes, la religión, y en resumen, todo lo que no sean ellos.

Lo que quizá pasan por alto todos estos pensadores de buenas intenciones (quiero creer) es que ellos mismos son parte del gran juego social que tanto denuncian, es decir, apuntan hacia lo trágico y denigrante de la sociedad, apuntan y evidencian la necesidad de una identificación imaginaria de todos los sujetos con algo o alguien, mejor dicho, con otros (los iguales). Es cierto todo ello, pero habría que agregar que ellos mismos están a la vez subordinados a cierta identificación imaginaria de “pensadores de izquierda”, “filósofos” o como quieran llamarse; todos ellos con pelo largo, barba mal arreglada, trabajos mediocres (pero dentro del mismo sistema que tanto critican), o las mujeres con faldas de colores o bien con una imagen “masculinizada” evidenciando su desinterés por parecer femeninas.

Se reúnen en cafés bien conocidos por ellos mismos, para ya entrada la noche volar hacia la cantina de mala muerte y desde ahí, con una cerveza y un porro creerse libres e intercambiar sus mismas ideas recicladas desde hace décadas, identificándose ellos también con Marx o el Che, quizá los más informados en los temas actuales con Foucault, o ¿porqué no?, con Simone de Beauvoir, y pasan las noches sin proponer nada nuevo pero ideando el nuevo mundo, sin poderse voltear a ver ellos mismos y descubrirse tan iguales, como espejos en el mejor de los casos, como malas fotografías en la mayoría de ellos, de reconocidos “intelectuales”, sin poder ver su propia identificación imaginaria y, al menos aceptar, que tanto ellos como nosotros; los demás, la requerimos para darnos identidad, y que esta a su vez está sometida a la identificación simbólica que nos permite mantenernos socialmente funcionales, pues si se nos arrebatara esta imagen se cae también la función que tenemos, si simplemente se nos quitara, quedaríamos sumergidos en un mar de sin-sentido, siendo aun menos sujetos que lo que éramos viendo futbol los sábados en el estadio o leyendo a Marx por las noches.

Los intelectuales, esos que existen gracias a lo que critican. Para su permanencia, ojalá nunca cambie realmente el sistema.

martes, 7 de abril de 2009


Epístola


Noche del martes 16 de diciembre de 2008;

.......: (en la carta original no aparece nombre de destinatario, hemos reproducido el espacio en blanco siendo fiel a su original)

Hoy, después de tanto tiempo, nos hemos reencontrado. Quizá el término no sea el adecuado, ¿puede llamarse reencuentro a un encuentro entre dos personas diferentes? Porque -lo sabes- no somos los mismos. ¡Cuántas veces dudé de los verdaderos cambios! Pero ahora, también lo sabes, se me devuelve mi escepticismo volcado en nosotros mismos.

Alguna vez escuché que la palabra persona etimológicamente proviene del griego προσοπον que significa máscara, por lo que –intento justificarnos- nos mostramos hoy nuestras nuevas caras, máscaras recién adquiridas para la ocasión.

Tristes formas de vernos, la nostalgia nos invadía, “sobre recuerdos nada puede edificarse” me dijiste, razón tienes que tener, pero demolerlos o mantenerlos como referente tampoco pueden ser las únicas alternativas.

Hace unos días, mientras estaba en casa, una canción sonaba, era de aquél tío tuyo, el argentino. “No me pidas que me quede si por andar te he encontrado” decía la voz cansada y grave del cantautor, imposible me parece evadirme de la sentencia. No sé si te conté, fui a verlo hace poco al teatro, ¡ah! ¡el teatro! ¡Cuánto nos dio ese mágico espacio de fantasías, historias y personajes! A veces, por temor a la memoria, prefiero no ir. Más de una oportunidad he dejado de asistir por no volver a ver ese entablado, profanar a mi propio pensamiento no es lo ideal, por lo tanto, intento acudir acompañado, así las distracciones son fuertes como para no recordarte todo el tiempo, además

Aquí se interrumpe el manuscrito original, esta carta fue encontrada entre papeles de su escritorio, al parecer se olvidó de terminarla, algunos asumen que pudo haber sido desinterés.

J.V.R.

viernes, 3 de abril de 2009


T
engo razón al creer que todo el mundo cree tener la razón.


Ricardo Rodríguez