miércoles, 30 de julio de 2008

Una aproximación filosófica al concepto de Verdad en House M.D.

por José Vieyra Rodríguez


La mentira es lo que permite funcionar a la sociedad
House M.D.
Temporada 4. Episodio 10. Es una mentira maravillosa


Hoy, las series de televisión nos muestran el funcionamiento de una sociedad, es ocioso discutir si la realidad es reflejada tal como aparece en tales programas televisivos, pues sabemos que toda actividad en tanto humana, tiende a mostrar un semblante de la propia cultura en que se produce.

La serie televisiva de House M.D. (Fox, 2004), viene a inscribirse dentro de la ya larga lista de series hospitalarias o médicas. Es pertinente señalar que el gran éxito que ha alcanzado esta serie es debido en buena medida por el corrosivo humor y personalidad antipática del protagonista, el Dr. Gregory House, jefe del departamento de diagnóstico del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey.

Ahora bien, hay diferentes esferas dignas de ser analizadas dentro de la serie, de hacerlo así podríamos entender un poco mejor el éxito de esta serie, comprender cómo es que se consigue la popularidad con una propuesta opuesta a lo esperado, mientras la medicina siempre ha sido representada en el cine o la televisión como aquella ciencia blanca, pura, en función del servicio social, incluso como una actividad humanista más que científica, House nos presenta el lado que todos también conocemos, el de la medicina como una ciencia de conocimiento, de altruismo sí, pero a la vez poder y re-conocimiento.

Así pues, en este escrito nos concentraremos en un solo aspecto a analizar, la manera de presentar el concepto de verdad en esta serie.

Antes de entrar en materia, es lícito señalar que la postura del Dr. House con respecto a la forma de tratar a sus pacientes, es decir, de ejercer la medicina, converge aun más con la idea original de la propia medicina, puesto que ahora nos es vendida como una ciencia altruista y de carácter humanista, cuando originalmente “[la medicina] surge como una reflexión sobre la enfermedad y sobre el sufrimiento doloroso de los cuerpos. La preocupación por la salud y por la fisiología son secundarias al interés por la patología”.[1]

En cuanto a la definición de verdad, este es un término que es circunscrito en la filosofía, es imposible intentar definirla desde alguna otra disciplina, puesto que la verdad no tiene un carácter físico, entra dentro del campo de las proposiciones, la lógica, la metafísica, es decir, de la filosofía.

Así es como encontramos que las siete acepciones del término que da el Diccionario de la Real Academia son referentes al campo filosófico. 1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. f. Cualidad de veraz. 6. f. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. 7. f. realidad (existencia real de algo).

Intentando ser un poco más finos en la definición, tomaremos de mejor ánimo las siguientes definiciones de verdad propuestas por Fatone:

A) La verdad por concordancia. Es una relación entre el pensamiento y el objeto al que ese pensamiento se refiere.
B) La verdad como coherencia. Relación entre pensamiento y pensamientos de ese mismo sistema.
C) La verdad como eficacia. La relación entre una preposición y su eficacia.
D) La verdad como verificabilidad. Es la relación entre un símbolo, cosa física, y un objeto, también cosa física.[2]

En la serie, como habíamos anticipado, una parte nodal es pensar que House es honesto, es decir, que dice la verdad. De hecho un eslogan de la serie es “House, brutalmente honesto”, esto hace pensar que cuando él habla la verdad sale sin tapujos, sin máscaras ni matices. Sin embargo, no pasa mucho para darnos cuenta que si algo sucede con House es que miente más que cualquier otro de su equipo, o bien, simplemente es directo, esto no significa que los demás no sean honestos. Tomando de referencia las definiciones anteriores de verdad, encontramos que la mayoría de las veces a lo que House se refiere como verdad no es una existencia real en el mundo o como eficacia, sino la mayor de las veces habla en relación a la verdad como concordancia y coherencia. Por esto el atractivo de la serie radica no en discutir la verdad de la medicina, la eficacia de un tratamiento y mucho menos la verificabilidad, sino en relación a la concordancia entre los pensamientos y la coherencia entre ellos, ya sean propios o en las relaciones humanas.

Esto indudablemente atrae al espectador, puesto que si bien es cautivante ver como se atreve a realizar una operación riesgosa o un tratamiento experimental en nombre de la vida, es aun más cautivante el observar como aparenta desenmascarar la hipocresía, falta de coherencia y de concordancia entre los pensamientos de los demás, por lo cual, parece que House es la voz de la verdad, pura y sin escrúpulos.

Hasta aquí este pequeño ejercicio de cómo se maneja House no nos proporciona nada nuevo. Es un médico tan honesto que no le importa herir para decir la verdad, incluso puede visualizarla en el ámbito humano, de las relaciones sociales. Pero debemos tener cuidado, en realidad el concepto de verdad oscila múltiples ocasiones incluso en un solo capítulo sin percatarnos, y siempre es vista la verdad, sin darnos cuenta que antes esa misma propuesta era mentira. Entonces lo que nos muestra es aún más interesante, que aun cuando se crea estar hablando siempre de “la verdad” como única y absoluta, esta es tan relativa que en unos pocos minutos cambia a ser mentira, es decir, el lugar de la verdad es ambulante, pues está sujeto a una relación intersubjetiva, es decir, entre individuos.

Aquí es donde podemos encontrar una propuesta interesante en esta serie, puesto que aun estando enmarcada por la ciencia de la medicina, la verdad tratada no es en esta misma línea, puesto que no interesa que sea una única verdad, repetible, verificable o eficaz, sino una verdad ambulante, que tiene que perseguirse entre las huellas que dejan los actos humanos, la palabra, que es además escurridiza, por eso ni el mismo House la posee, pues como lo plantea esta serie, "la verdad es una interpretación de un engaño" (J. Lacan).

Antes de continuar es preciso ejemplificar esta visión de la serie. En el capítulo 10 de la 4ª temporada titulado "Es una mentira maravillosa", se aborda un tema crucial para el protagonista, una relación entre dos humanos sin mentiras. En dicho capítulo aparece como paciente del Doctor House una madre que enseñó a su hija a siempre decir la verdad entre ellas, por lo que todo cuanto pensaban y sucedía lo decían, la palabra como vía del encuentro con la verdad. En cierto momento, una escena impactante es cuando la madre le dice a su hija las clásicas palabras de aliento, reproduciremos aquí el diálogo:
Madre -Todo estará bien cariño, te lo prometo. Los doctores se pueden equivocar, aún hay una probabilidad que puedo vencer…
Hija – ¿Realmente crees eso?
Madre –Sí
Hija –No, mamá, te estás muriendo, nadie puede ayudarte. No vas a ponerte bien.

El momento es memorable, cuando alguien da aliento a un desahuciado podemos decir que la mayoría de las veces ambos saben que son mentiras, engaños que ayudan a soportar la vida. Es decir, la verdad en primer lugar no tiene porque ser dicha, cuando se sabe las palabras pueden tornarse en diferentes direcciones para precisamente no apuntar a la verdad, dejarla entredicha, si se da aliento es porque se sabe en un mal momento, hay una verdad implícita ahí. Lo interesante de este capítulo es que se plantea a la palabra como la única vía de la verdad, es un capítulo que presenta la carga simbólica de las palabras, de eso que no se debe decir, que cuando pasa por medio de la palabra hay algo que se pierde, que cambia, y que sin embargo, ilusoriamente da la sensación de haber sido por mostrar la verdad.

Retomando entonces nuestra visión acerca de la verdad en House, encontramos como la verdad es vista como algo que puede encontrarse, o mostrarse, a través de la palabra, pero que es ambulante, precisamente en las enfermedades y su constante cambio de diagnóstico es una muestra, no de una búsqueda de la verdad, sino de una verdad temporal. Por esto es que la visión de House está en búsqueda de la verdad, pero no de una sola, quizá de la verdad que concuerde con los hechos, pero que no por ello derroque a todas las mentiras. Puesto que, como hemos dicho, la verdad la encuentra a partir de una interpretación de un engaño, es decir, es otro engaño. No es la visión de “La verdad” como única, cerrada, singular. Precisamente la ciencia opera en este sentido, pensando que la verdad puede ser encontrada, olvidando que lo que se toma por verdad es solamente una interpretación creada por nosotros mismos para dar explicación a los hechos.

House, nos muestra de manera clara y precisa, la necesidad de una sociedad con mentiras, con verdades a medias y con verdades ambulantes, que lo dicho o evidente es la visión contraria, es una forma de manejarnos con engaño ante "la verdad".

________________________________________________
[1] Georges Canguilhem citado por Braunstein en Goce. Ed. Siglo XXI. 1990
[2] Vicente Fatone. Lógica e introducción a la filosofía. Ed. Kapelusz, 1969

viernes, 11 de julio de 2008

El mago de Oz:
una metáfora del advenimiento del sujeto

por José Vieyra Rodríguez


La película Mago de Oz (USA, 1939) puede interpretarse en diferentes direcciones. La propuesta que paso a elaborar se verá centrada en relación a los elementos que posibilitan la constitución del un sujeto, precisamente a partir de los deseos que tienen los personajes de la película.

Así pues, para comenzar es pertinente cuestionarnos ¿porqué los personajes desean un hogar, un cerebro, un corazón y el valor? Es decir, ¿qué nos muestra el hecho de ser estos los deseos que decide el autor del cuento poner en falta a sus personajes?

Como he adelantado, para mí es por la implicación que tienen estos deseos en el ser humano, incluso más que deseos, estos elementos “necesarios” para que surja un sujeto. Veamos más detenidamente a qué me refiero al decir que estos elementos son constitutivos del sujeto.

En principio, es necesario un hogar (un cuerpo en el cual alojar a su Yo), después un cerebro que construya un juicio y una realidad diferenciada (interior-exterior), además de un corazón, alegoría incomparable de las emociones (que propongo que no pueden ser elaboradas sin un juicio que analice la atribución y la existencia), y por último, el valor, que no es más que el reconocimiento social como sujeto.

Comencemos por el primer deseo que aparece una vez que está Dorothy en aquella tierra mágica. Ella busca regresar a su hogar, en cualquier caso busca tener un hogar, una casa, una posada. Como había adelantado, el primer paso para advenir sujeto es tener un hogar para el Yo, es decir, la apropiación del cuerpo. Es fundamental para el sujeto adueñarse “su” cuerpo para poder vivir, o con-vivir con el mundo externo (en tanto es percibido ya por un Yo que se sabe diferenciado del mundo).

En el caso de la película lo que empuja a buscar al Mago de Oz es la necesidad de regresar al hogar. Podemos aventurarnos y decir que regresar al estado inicial, al supuesto lugar en donde no hay nada extraño, raro o angustiante, no el vientre materno como la caricaturización del pensamiento psicoanalítico, sino al momento sin lenguaje, sin significantes que atraviesen al sujeto y creen la falta, al Real que una vez introducido el lenguaje crea un vacío imposible de obturar, una vez introducido el sujeto en el mundo simbólico condenado a no poder hacer del Real un significante, dejando solamente al fantasma que buscará colmar esa falta con toda clase de deseos que jamás podrán tapar, ni siquiera ocultar ese vacío.

La segunda petición que viene a formularse es por parte del espantapájaros, esta es la búsqueda de un cerebro, de la inteligencia. Después se adherirá el hombre de hojalata por el deseo de tener un corazón.

En interesante cuál es la segunda petición, hemos dicho que primero tiene que haber un “hogar del Yo”, es decir, la apropiación de un cuerpo para que comience a formarse un sujeto. Después el cerebro, la capacidad intelectual de evaluación, la adquisición de juicio. Para formarse un Yo hay a la vez un juicio que comienza por apropiarse de lo bueno y expulsar lo malo (Freud, La negación, 1925), una vez constituido el Yo (hecho un hogar) se crea una realidad exterior y diferenciada del Yo, es decir, una capacidad intelectual de juicio, de atribución y existencia. El espantapájaros representa un segundo momento en la creación de un sujeto (no en el nivel intersubjetivo, sino intrasubjetivo).

Las emociones, el amor, el odio, el miedo, etc., son elaboraciones secundarias mucho después del advenimiento de un Yo imaginario y una capacidad intelectual suficiente para ejercer un juicio, la única emoción real es la angustia. El amor es la elaboración secundaria de esta, por lo tanto la tercer condición es un “corazón”, el representante simbólico de las emociones, al comienzo el niño no ama a la madre, necesita a la madre, y cree ser aquello que completa a su madre, ser lo que ella desea. Al ser reemplazado por otro deseo el sujeto pierde esa posición, por lo cuál la búsqueda del objeto es siempre reencontrarse en la posición de objeto fálico de la madre. Es decir “el encuentro del objeto es propiamente un reencuentro” (Freud, Tres ensayos para una teoría sexual, 1905)

El amor es un tercer momento del sujeto, al conformarse con un cuerpo (hogar) posibilita la interacción con el mundo exterior, por medio del juicio (cerebro), así buscará recuperar el objeto perdido, la emoción es la elaboración de la angustia, por lo cual es necesario el paso por las dos anteriores sin que necesariamente sean cronológicas, sino mutuamente influyentes.

Un ejemplo clínico de la falla en este proceso de advenimiento del sujeto es el autista. Este no tiene un hogar para su Yo, pero bien puede tener un cerebro formidable. Hay casos de autistas que van a la Universidad con notas increíbles. Otro ejemplo de un fallo de estos elementos es el acting ou,t en este se puede perder al Yo y no ejercer control sobre el cuerpo, por eso para una interacción óptima con el mundo es condición la apropiación del cuerpo.

Ahora, si pensamos detenidamente los tres deseos subsiguientes al de Dorothy, caemos en cuenta que lo que se desea está en relación al reconocimiento como sujeto. El reconocimiento del Otro, que re-conozca las cualidades del sujeto, incluso llegando al punto de decir que es imposible apropiarse del propio cuerpo sin una mirada externa que venga y nos diga quienes somos.

Si lo que se busca en los estos deseos es el reconocimiento del Otro, es un reconocimiento simbólico para poder realizar lo que ya hacen. El espantapájaros es quien propone, el Hombre de hojalata quién más sentimental es y el León quien muestra el mayor valor al ir al frente en búsqueda de su amiga. Sin embargo, es necesaria la aprobación del Otro que venga y nos diga que es oficial nuestra labor, nuestros sentimientos y nuestro valor, pues al final, todas estas cualidades solamente pueden tenerse a la mirada de alguien que nos la conceda, el valor se tiene en tanto haya alguien que se considere cobarde.

Así pues, la lectura que doy a este clásico del séptimo arte, me hace ver una alegoría del advenimiento del sujeto, además del reconocimiento necesario para todos, y entender que nadie “es”, sino que se “tiene” y únicamente en tanto los demás nos lo concedan, el ser es una constitución de la mirada del Otro.

jueves, 3 de julio de 2008

Silenciar o matar a la locura,
¿las únicas alternativas?


Salvador Dalí - El Corazón de la locura (de la Serie D. Quijote de la Mancha)


por José Vieyra Rodríguez

Ray Bradbury (Norteamericano, 1920) publica en 1950 su libro titulado Crónicas marcianas. En este libro se encuentra un cuento llamado Los hombres de la tierra[1].

Dicho cuento relata la historia de cuatro tripulantes de una expedición terrestre que llega satisfactoriamente a Marte, en donde esperan una calurosa bienvenida, pero en lugar de esto reciben una indiferencia a su travesía y son mandados de un marciano a otro hasta que terminan por darse cuenta que han sido encerrados en un manicomio puesto que creen los marcianos que su historia, apariencia, su cohete e incluso tres de los cuatro terrestres son producto de la alucinación de un marciano loco (el capitán).

Al finalizar el cuento el propio psiquiatra pensando que el capitán, quien es el que produce las alucinaciones de los otros tres terrestres, además del cohete que podía palparse, oírse, olerse, es decir, se creaba una realidad hacia los demás, mata al capitán, después creyendo en que las alucinaciones creadas eran tan fuertes que persisten mata a los otros tres tripulantes, para al final, al darse cuenta que el cohete no desaparece y los cuerpos terrestres tampoco, sabe que se ha contagiado de la locura y no tiene más remedio que suicidarse. Nunca se llegó a plantear la posibilidad que aquella historia fuera real.

Este cuento que data de 1950, es ahora más vigente que en ese entonces, precisamente el autor ubica a la historia en agosto de 1999. Es interesantísimo darnos cuenta que ya en esa fecha esta era el modo de tratar a la locura, no en Marte, sino en la tierra.

Desde mediados de la década de los ochentas la psiquiatría se ha empeñado totalmente en medicar a todo tipo de conducta que está fuera de la norma. Sería lícito preguntarnos que sucedería si un marciano con apariencia terrestre llega a decirnos que ha venido desde este planeta. Se le trataría, hoy en día, de la misma manera, terminaría hospitalizado en un centro de salud mental, medicado para sus alucinaciones y diagnosticado como incurable, puesto que no acepta la realidad.

La diferencia entre el cuento y nuestra realidad, es más pequeña de lo que aparenta, puesto que, con justicia, alguien podría decir que no se mata a los locos y menos aún se suicida el científico, pero podemos detenernos y no tomar todo tan literal.

Comencemos por el hecho de pensar que silenciar al delirio, callar al loco para que narre su alucinación y catalogarlo a priori como un mentiroso, salido de “la realidad”, es una forma de asesinar. Si la vida es la consciencia de nosotros, nuestro pensamiento, la apropiación de un cuerpo y demás, y si quitamos todo esto y reducimos al cuerpo a un vegetal inerte en un hospital, entonces tenemos la muerte, no a la biológica, sino la del alma.

Aquí es donde se termina por meter la ciencia en un atolladero, puesto que no se plantea (al igual que el marciano psiquiatra) la posibilidad de que la locura no sea una enfermedad, que las palabras del loco tengan algún sentido, que aquella realidad sea compartida, recordemos que todo delirio es una demanda social. Es decir, la posibilidad que la alucinación algo tenga que ver con el mundo en el cuál “los cuerdos” vivimos, compartiendo así parte de la misma y no pensar que la alucinación es producto, única y exclusivamente del delirante.

La ciencia opera de la misma manera que el marciano, tomando como insignificantes las narraciones del loco, tildándolas de mentiras, al delirante de enfermo, para al final también sucederle lo mismo, suicidarse ante la impotencia de no encontrar la cura al ver que la locura siempre termina por volver en algún otro acto sintomático.

Ante el silenciamiento de la locura por parte de la ciencia, ahora con herramientas químicas como lo son la innumerable lista de medicamentos para psicóticos, esquizofrénicos, delirantes, deprimidos, niños con TDA-H, y un largo etcétera. Todavía hay alternativas para no matar al loco ni silenciar aquello que tiene que decirnos, hoy el psicoanálisis es una apuesta a escuchar al delirio, atenderlo y h-a-cer-lo propio, observar la demanda del niño con hiperactividad o a prestar oídos al deprimido, hoy aún hay un lugar para no matar al loco y terminar por suicidarse, cual marciano contagiado de la locura que se pensaba externa.

________________________________
1. Bradbury, Ray. Los hombres de la tierra en antología en Cuentos de la literatura universal tomo I. Ed. Diana. 1986. México.